Un pobre DiabloFernando Galindo Soria Yo no salgo en fotos, pero eso
no lo entiende la gente, por lo que es común que me pidan una foto o que me
deje fotografiar con alguien, por lo que, después de muchas explicaciones y
situaciones delicadas tratando de escabullirme, y donde se termina con fotos
donde no aparezco, “mal tomadas” y caras agrias, decidí contratar a un pobre
diablo que estaba sin trabajo para que se metiera en las cámaras y me pintara
cada vez que alguien me toma una foto. Ciudad de México,
1990 El asunto no termino ahí, con el tiempo el
diablo se dio cuenta de que yo también tenia problemas con los espejos,
vidrios, charcos y en general con cualquier reflejo, por lo que el negocio se
amplio y al final el demonio terminó creando una empresa dedicada a cubrir
mis reflejos. Funciono tan bien que muchos conocidos hacen
uso de sus servicios, incluyendo mis familiares, el problema surge con las
muchachas que al descubrir que se pueden reflejar usan los espejos en forma
indiscriminada y las cuotas suben y suben. Ciudad de México, 19
de Abril del 2012 Ir
a Cuentos de
Fernando Galindo Soria |